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30 de Julio, 2008 · General

Todo pasa y todo queda. Editorial de Gabriela Pousa. By www.economiaparatodos.com.ar

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Ante todo, debería aclarar que estaslíneas no pueden considerarse sino como un aporte al gobierno nacional. De noser interpretadas de ese modo, entonces, basta decir que son apenas“conjeturas” que no intimidan y mucho menos desestabilizan (ver, al respecto,reciente jurisprudencia).

 

¿Por qué esta aclaración? Puesporque cualquier opinión manifiesta que no concuerde con el deseo delmatrimonio que ocupa la presidencia, parece tener acceso directo a alguna listadonde el oficialismo aglutina conspiradores, desestabilizadores, etc. Lista quepor cierto, es cada vez más extensa. En breve, poca será la diferencia entreesta y la guía, sumando claro está, las páginas blancas, las doradas y laspáginas amarillas…

Entre tanto, “todo pasa y todoqueda”, como dice el poeta. La mejor exégesis del llamado “nuevo” escenariopolítico nacional, la da una sola imagen ratificando aquello que suele decirsecuando se le adjudica mayor definición que mil palabras: a escasos minutos dela asunción, el flamante jefe de Gabinete, se sentó entre medio de Julio DeVido y Ricardo Jaime. Una perfecta fotografía de la realidad. Más allá de susmanifiestas buenas voluntades, que en política lamentablemente no gravitan,Sergio Massa inauguró su asenso con una suerte de cátedra sobre los beneficiosde la nacionalización de Aerolíneas Argentinas. Como si el cargo no lo hubierasorprendido, como si hubiese estado estudiando el libreto a recitar conantelación a aquello que se presentó a la ciudadanía como medida sorpresivaante un “portazo” inesperado para quienes habitan la residencia de Olivos. Enalgún momento habrá que detenerse a analizar por qué todo cuanto sucede tieneun tufillo diferente a cómo se lo vende…

La llamada “oxigenación” pedida pordiferentes sectores de la sociedad tras la, ahora asumida, derrota delkirchnerismo en el Senado derivó en la salida del inefable Alberto Fernándezcapaz de conmover peligrosamente, aunque sea por un instante, con su críticasagaz a ciertos des-manejos de los últimos conflictos en el seno del poder,dilatados pero no resueltos, es decir, tratados al mejor “estilo K”. Estilo quesigue en su apogeo sin que se lo haya abandonado jamás.

 

Ahora bien, el primer síntoma atener en cuenta es la desmedida algarabía por una partida, (posiblementemaquillada o furtiva), y el arribo de Sergio Massa como si este llegara con unavarita mágica a renovar en forma inmediata la función pública. Es obvio que losargentinos necesitan aferrarse a una esperanza con desesperación casi malsana.Basta observar cómo el vicepresidente, Julio Cobos, se transformó en héroe dela noche a la mañana, para entender la conducta social característica de unpueblo sumido en la carencia, y anoticiado tardíamente del fraude querepresentó votar a Cristina Fernández si daba lo mismo no votar, y que NéstorKirchner siguiera, como sigue, en su lugar.

 

Los signos de madurez que, de tantoen tanto, algunas manifestaciones populares dejan aflorar, no terminan deafianzarse, y se pasa raudamente de la crisis a la naturalidad. Es cierto quelos procesos de transformación social siempre fueron largos, con un sinfín devaivenes en el medio de la trama donde se suelen gestar. En ese sentido esinjusto juzgar cuando los cambios aún no se han producido y hay asignaturaspendientes que saldar.

 

Este reemplazo de un funcionario odos, con amenazas de algunos más que se supone, antes o después, también seirán es superficial frente al reclamo de “oxigenación”. Y es que el problemacentral no son los nombres sino la permanencia de un modelo de hacer política,basado en la confrontación, el apriete y la división social, que se perpetúasin que nada lo haya alterado y sin que la experiencia enseñe o el fracasoconvoque a la reflexión en vez de asentar la porfía del error. No es GuillermoMoreno ni siquiera Luis D’Elía el problema. El problema es la metodologíakirchnerista cualquiera sea quien la ejecute más abajo o más arriba. Ni elINDEC, ni las retenciones, ni las tarifas o la nacionalización de Aerolíneasson conflictivos por sí mismos.

 

Las demandas perentorias de la gentedesoídas, los inocultables traspiés, el visible rumbo cuesta abajo en el quevamos no han generado reacciones consecuentes con un cambio. Posiblemente,pretender que la sociedad política y conyugal que dirige a la Argentina, reaccionefrente a lo evidente es pedir una transformación estructural, para la cual handemostrado, innumerablemente, absoluta incapacidad y desgano soberano.

 

Ante el estallido del conflicto,apenas si responden con un retiro “espiritual” en El Calafate, un silencio quedura entre 48 y 72 horas no más, y la ratificación del “estilo K” con redobladaapuesta a un modo de gobernar y de vivir, el cual si se quiere es aún máscomplicado y difícil de alterar. La crispación, la altanería y la estrategiadel as en la manga mantienen a la ciudadanía en un estado de incertidumbre queno le permite definir si creer y apostar, regresar al hastío o mantenersealerta porque puede llegar, en el momento menos pensado, la estocada final.

 

Lo cierto es que, en el mientrastanto, “todo pasa y todo queda”. Pasó la glorificación de Alfredo De Angelicuyo paradero ni siquiera se sabe ya, pasó la ausencia en el escenario deNéstor Kirchner generando una inexplicable sensación de regreso al llano,situación impensable tratándose, nada más ni nada menos, que del artífice del“estilo K”, pasó el festejo del campo al tamizar que, sin política agropecuariacon reglas de juego definidas y respetadas, no hay forma de progresar, pasó elvendaval de oxígeno y excitación que provocó en el Senado una oratoria singritos ni agravios desempatando a favor del reclamo social…

Pasó tanto en realidad que losalmanaques parece que hubiesen dejado caer hojas en cantidad, y sin embargo,fueron pocos días, un par de semanas, nada más. Y todo está maquillado peroesencialmente igual. No se trata de pesimismo ni de profecía porque definir loque vendrá es casi un enigma, un rompecabezas con fichas que no encastran paraavizorar un escenario de progreso y paz u otro de conflictividad que derive enuna nueva batalla campal.

 

Lo cierto es que, el sectoragropecuario, aportó mucho más que un reclamo sectorial. Legó una radiografíasin distorsión de la metodología kirchnerista incapaz de variar por sunaturaleza intrínseca. Si las voces que se sumaron al grito rural acallancreyendo que, alterando nombres en un gabinete que no gestionó jamás, lassoluciones ya están; antes de lo pensado volveremos a encontrarnos señalados,etiquetados y vueltos a convertir en enemigos desprevenidos en medio de unaguerra que sólo en apariencia había cesado.

 

Sino, ¿por qué, en Balcarce 50,sigue acumulándose arsenal? Se disparan entre ellos con agravios, yafanosamente se busca la figura capaz de devolver alguna suerte de unidad quesólo la mentada “caja” oficial, cuando estuvo abultada, pudo conquistar.

 

© www.economiaparatodos.com.ar

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publicado por gpedrotti a las 10:36 · Sin comentarios ·  Recomendar

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